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ARTIGAS Y SU RELACIÓN

Nuestro prócer tuvo una estrecha vinculación con nuestra localidad. Venía de visita a sus parientes, la familia Gadea, fue en una de esas visitas que conoce a la hija del cacique de la tribu chaná, Isabel Velázquez, quién vivía junto a su compañero, al que posteriormente lo ponen preso por asesinato.

Ese es el momento de Artigas, se hace cargo de ella, “el primer y único amor”, comentan algunos historiadores, y nacen sus hijos producto de ese AMOR.

Los hijos de nuestro Prócer que nacieron aquí fueron,  Manuel, Maria Agustina, María Clemencia y Maria Vicenta Artigas.-

Manuel lo acompañó en varias batallas a su padre y lo salvó de morir en una de ellas, lo salvó de las manos de Ramírez en ancas de su caballo; Maria Clemencia falleció siendo niña, al igual que María Clemencia; María Vicenta nació en el año 1804 y formó aquí su familia casándose con Juan Bello.-

 

 Artigas, la villa y el gran AMOR

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Artigas tuvo un vínculo muy fuerte con Villa Soriano. Nada más fuerte que un amor. Pero Isabel Velázquez fue una mujer olvidada a la sombra de la historia. “No es que haya faltado interés: hubo interés en esconder la verdad”, comenta Nelson Caula en su libro sobre la vida privada del prócer. Se sabe por documentos de la época que Isabel nació en 1760, por tanto tenía cuatro años más que Artigas. Sus padres eran José Antonio Velázquez y Petrona Muriñigo, oriunda de Villa Soriano, mestiza de evidente ascendencia chaná, con toda seguridad hija del cacique Diego Muriñigo. Junto a sus hermanos, el padre de Isabel se radica en la Villa al comenzar la segunda mitad del siglo dieciocho, logrando una posición social y económica de gran influencia en el medio. La historia del joven Artigas se emparenta con prestigiosas familias de Santo Domingo de Soriano, y especialmente con esta. Treinta años tenía Isabel y veintiséis José G. Artigas en 1790 cuándo unieron sus vidas. Isabel y José G. Artigas tuvieron 4 hijos: Juan Manuel y María Vicenta, María Clemencia y María Agustina, esta últimas fallecen siendo niñas.

Hoy, el solar de los viejos naranjos donde se forjó esta historia, luce un monumento a la escala natural, acorde a las miradas que tanto ha costado imponer durante décadas, sacándolo del mármol y la frialdad. Un Artigas en el contexto rural de su época. Joven, gaucho, padre de familia. El 19 de junio del 2010 se plantaron cuatro ibirá pita, cada uno de ellos con el nombre de los hijos de Artigas e Isabel. Artigas sentado sobre un tronco de ceibo, meditando y mirando hacia Montevideo, tomando mate con un perro cimarrón y su hijo Juan Manuel, aguarda pacientemente, su verdadera historia. Villa Soriano guarda sus más celosos secretos de esta gran pasión que dura casi treinta años, y que dejó cuatro hijos, seis nietos, once bisnietos, treinta y cinco tataranietos. Hoy, una tataranieta vive en la Villa. Se llama Pascuala Diver Esther Acosta Bello, y según los lugareños, recibe de muy buen talante a cualquier forastero que quiera tener un encuentro con ella.

 

Timbó 1624
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